Nunca he escrito un poema
político
y este no será uno
revuelco viejas tumbas
en busca de relojes, viejos
versos, alguna compañía.
Esto es bien parriano, me
digo. Esto sí que te lo robaste.
Month: March 2020
Evasive Nostalgia
Son pocos los poemas donde
soy consciente de querer precisar
un estado de presencia, sin embargo,
en este no pasar de los días fácilmente
olvidados por su ausencia de
eventualidad, su abstracción fútil,
su similitud, no me doy cuenta,
lo reconozco intento trazar una nueva
línea recta hacia mí mismo.
Pues uno se siente muy lejos, esa
es la verdad. Lejos ya, incluso de
una noción de soledad, ahora
anodina, ahora esa imagen que
late en las cienes como un
natural estado de consciencia.
Más bien uno atina hacia algo más
trivial y ligero, más al alcance. El
amor, también afectado por una
particular percepción de soledad, igual
y constante, puede ser. Pero uno se puede
sentir aún más lejos de eso (a pesar de la
frustrada capacidad de las emociones)
y queda uno como quedando. Pues el
residuo de todo gesto filosófico, incluso,
ridículamente filosófico,
insoportablemente filosófico, es
el terreno escogido por el lenguaje
para contraerse, ofuscarse, oscilar,
como un paraguas, impermeable a la
experiencia.
Piscina Cerrada
En mi mente yo
derramo con el
pie un vaso de
agua sobre unos
libros. Se rompe
en el suelo y
también logra
mojar mi compu
y me corto, días
después, con los
cristales que no
vi en el piso.
Son a cada rato
los primeros y
últimos días de
nosotros. Llueve
afuera. Para no
hacer ruido no
hago nada aparte
de moverme. Es
un ensayo, me
digo, nada de esto
sucede.
Quitándome y
poniéndome el
reloj sin darme
cuenta. Sigo
diciéndome lo
mismo sobre la
vida. Afuera las
estatuas mojan
sus secretos. Y
suena caro vivir
para siempre.
Meaning and Habitat
En un punto saqué mi escritorio al pasillo y mi cama la puse junto a la ventana y luego
entré de nuevo mi escritorio al cuarto, y bueno,
hay que decir que mi escritura abandonó su cede, su acostumbrado aposento y
porque por un momento sentí que no me hablaba a mí mismo
no vi que estaban regados todos mis libros sobre la cama y eso es básicamente mi escritura en su
carne, y hasta humillante aquellas formas puras de mis apuntes.
Detrás de estos libros, me dije, hay otros libros y luego experiencias concretas, muy lejos
de la ficción. La escritura, ese gesto de vivencias inexactas,
codazo al tiempo, me dije, de la humanidad, se acumula como un polvo (porque no hay mejores
formas como las más depuradas metáforas) en el rincón más
lejano de la habitación. Donde sólo habitan los primeros y los últimos días de nosotros.
La noche intentando escribir.
Quitándose y poniéndose el reloj como soñando.
Things I can offer myself
Llevo unos días
en busca de algún
consejo provisional.
Imagino una larga
serie de encuentros
con psicólogos
retirados,
ya cansados de los problemas
de la gente. Esbozando remedios
de palabras
honestas, como preocupados
sarcasmos.
Yo anoto todo esto
en mis libretas,
esas cortas
instrucciones de vida.
Los psicólogos retirados
(ellos que adelgazan
en la memoria), se despiden.
Yo espero en un tren
de alguna ciudad de mis 30 años
inhibido de la intervención de mi suerte.
Empirical Chairs
Like a hand developing sunlight,
a dog in a photograph may say everything about a man
nevertheless,
in the absence of any correct verb
what’s left is an unambiguous truth:
we never quite comprehend
the entirety
of what we’re doing.
Third Generation on Vacation
Cuatro de la tarde.
Frente a un irremediable
y corto destino. Mis
cosas pesan donde están,
yo no me muevo. Me voy.
Qué se puede hacer
de nosotros, difícilmente,
víctimas de la condición
y el compromiso. A toda
la velocidad de mi cuerpo
que brota de trabajo, sueño
de un lugar que no me
pertenece, pero que tiene todo
lo mejor de mis libros. La
ventana sigue enseñándome a
ser parcial, vago de nociones.
Mi perro me observa. No hay
en él sentido de justicia. El
sueño: en la medida en que
todo se inmaterializa,
construido sobre segundos,
primeras instancias (largos
instantes helados), me
encuentro cerca de las cinco
de la tarde, en el trabajo, celebrando
las otras vidas. Dentro de mí
el lugar se aferra a estructuras de
significado, mi cara hace una
mueca pequeña: “trabajo, y me doy
mi tiempo en el mundo”, “doy
tiempo, y me doy tiempo en el
mundo”, “trabajo, …”, “trabajo, …”.
Hasta el final de su más confuso
sentido de justicia.
I. Self-quarentine
As soon as it’s easier to live
faster, less impressionable, the
things we can’t unknow, like
islands of memory, will wash
up on the shores of consciousness
unpronounced like earthquakes
or pandemics.
Your father will
be standing right beside us
like a governor smiling
right beside us and he will
break his fast of words
uttering a considerable
amount of language, his
face shinning with makeup
and age.
Us looking at our hands,
the beach, nothing but bacteria
suddenly the past is filled with
handrails and staircases,
unsterilized doorknobs and
public restrooms. Nights we
should’ve been with our
mothers.
The money-time clock stops,
our notion of commodity is
once again our cave. Nothing
but our walls to speak of
animals.