Uno al principio quiere debatir
estar en ese salón
que es más como un corredor
plagado de conversaciones
y lámparas no exactamente
funcionales, poco prácticas incluso
para iluminar el mínimo rincón
donde reptan las ideas tímidas,
algunas meditaciones lejanamente
románticas sobre esta acción.
Adolescentes convexos, sin otra
naturaleza que sudar y empañarse.
El corredor sigue hasta una sucesión
de máquinas de feria y puestos de entretenimiento
donde uno puede tomarse la foto,
ganar premios y decir opiniones
sobre la caducidad de las lámparas,
pero también la importancia de las lámparas.
Algo como: al principio es difícil saber si se habla solo
o sobre nada.